Sin lugar a dudas, Thomas Alva Edison (1847-1931) fue un genio. No sólo por su inteligencia sino por una singular habilidad para hacer negocios. El (falso) inventor de la lamparita tiene registradas más de mil patentes y una historia de “niño terrible”, que de telegrafista pasó a célebre científico.
Artículo publicado en La Ventana, diario Página/12, 11 de octubre de 2017.
Sigue leyendo